MARIO CANDELEDA TOMÉ. LA PANDEMIA DEL CORONAVIRUS


DESCRIPCIÓN DEL ACONTECIMIENTO

Un virus muy contagioso ha sido detectado a finales de 2019 en Wuhan y se ha ido expandiendo por todo el mundo, causando miles de muertes por todos los países y haciendo que todas las personas se hayan tenido que quedar en casa durante mucho tiempo


CÓMO SE VIVIÓ Y DÓNDE SE ESTABA

Al principio, todo parecía una simple tontería que había sucedido en China y que jamás iba a llegar a donde tú vivías, pero según pasaba el tiempo, el miedo iba invadiendo las casas. Los casos iban aumentando rápidamente y expandiéndose por todo el mundo. Muchos de estos contagios acababan con la muerte de la persona, pero la mayoría de ellos acababan recuperándose. El problema de todo esto, es que el virus es MUY contagioso y la gente se lo tomaba a broma, provocando que la expansión del virus fuera cada vez a más, obligando a los gobiernos a declarar un estado de alarma en el que todas las personas tenían que quedarse en casa y solo podrían salir para realizar las compras con la recomendación de llevar mascarilla para evitar ser contagiados, cerrando todos los comercios, excepto los necesarios para la vida diaria.



EXPLICACIÓN DEL ACONTECIMIENTO

Los hospitales de Wuhan detectaron los primeros casos de la nueva enfermedad a mediados de diciembre de 2019, diagnosticados en un principio como una neumonía de origen desconocido. Estos casos fueron los que iniciaron las alertas sanitarias, que llevaron a que en la primera semana de enero se identificarse como causante de la enfermedad desconocida a un nuevo coronavirus, al que se denominó al principio 2019 n-CoV. Poco a poco se fue propagando por todo el mundo, generando un caos inexplicable a nivel mundial, pues al principio, para la gente no era más que una gripe mala de la que no se moría y que no iba a llegar al lugar donde vivías. Pero a medida que la pandemia se expandía, el temor se metía aún más en las casas. Comenzaron cancelando viajes, uso recomendado de mascarilla, precaución de distancia en los lugares que no eran tu residencia, lavarse las manos al acabar de hacer una cosa de forma adecuada, para evitar contagiarte. Pero esto no duró mucho tiempo.

El coronavirus llegó a España el 31 de enero y todo comenzó a cambiar. Fue a través del programa emitido en Antena 3, El Hormiguero, a través del cual la gente comenzó a alertarse, pues Pablo Motos comentó que el COVID-19 no era una gripe, creando un gran debate y tensión en la sociedad. Pero todo parecía dar igual, la gente pasaba del tema. Con el paso del tiempo, la gente se dio cuenta de que esto era serio, que no era tan solo una mísera gripe y todas las personas fueron obligadas a quedarse en casa debido a la declaración del estado de alarma el 13 de marzo. Hasta entonces todo había sido “normal”, pero entonces la gente se dio cuenta de que esto era serio (unos más que otros). A partir de ahí se hicieron muchas especulaciones de cuanto iba a durar esta pandemia y este confinamiento. Pero lo previsible era lo que la gente esperaba. La realidad era otro mundo aparte. Nadie se esperaba que dos meses después, la gente siguiese confinada en sus casas. Las personas, durante este tiempo de confinamiento, en el que el virus no paraba de expandirse y causar miles y miles de muertes, realizaron gestos muy bonitos como comenzar a salir todas las tardes a las 20:00 a sus balcones a aplaudir en honor a todos esos y esas enfermeros y enfermeras que estaban en primera línea contra el virus. La canción “Resistiré” se convirtió en un himno contra la pandemia y toda la gente la cantaba.

Pero no todo era bonito. Había gente que pasaba de todo, no hacía caso y eran multados con sanciones elevadas por incumplir la ley del estado de alarma. Los políticos comenzaron a discutir entre ellos y reprocharse los unos a los otros cosas distintas, haciendo de una pandemia, política, cuando deberían haber remado todos para el mismo lado. Pero así es la política española. Si no eres tú quien mandas, no puedes ayudar. Eso sí, luego, cuando nosotros gobernamos y son los otros los que dicen que no, pedimos lo mismo que estos pedían antes: unión. Esto provocó gran división en la sociedad, generando que una pandemia no sea una pandemia en España, sino un motivo para hablar de política. Y mientras muchas personas sufríamos por la pérdida de un ser querido, los políticos y muchas personas preferían dedicarse a criticar en vez de aportar.

Ahora me quiero concentrar en hablar sobre algo que me tocó vivir y no pude sacar de mí . Todo comenzó el 11 de marzo de 2020. Mi abuelo había sido operado de una fractura de cadera ( previamente había sufrido un ictus hace 6 meses, un infarto hace 9 años, y muchas patologías previas) y me entero de que el compañero de habitación era positivo y yo, con toda la confianza del mundo, les comenté a mis amigos que en Plasencia se había dado el primer caso confirmado de COVID-19, pues sabía que era el compañero de mi abuelo. Aquel día actuábamos, además, en el Gran Teatro de Cáceres. Iluso de mí… La gente comenzó a hablar sin saber. Esos amigos en los que yo confié, me la jugaron, ¿C,ómo no? todo es broma hasta que lo ves a 8 km. Durante los siguientes días, tuve que sufrir muchos bulos: desde que yo era positivo, hasta que mi abuelo había muerto. A todo esto, nosotros no recibíamos ninguna información ni pautas de los sanitarios, tan solo que hiciésemos vida normal “¿vida normal? como quieres que hagamos vida normal si no sabemos si tenemos un positivo en casa, además es una persona con patologías y dependiente” . Pues bueno, no fue hasta el día 13 de marzo cuando le hicieron la prueba, debido a que no podíamos estar sin saberlo, pues nosotros teníamos que cargar con nuestras propias manos a mi abuelo pudiendo contagiarnos. Dos días después nos enteramos de que es positivo y la bomba estalló en Malpartida de Plasencia, ¿Si antes hablaban ahora que hacían? Lo que no sabe la gente es lo que hay cuando estás en primera línea contra una pandemia de estas características, y por eso digo todo esto.

Mucho tiempo callado y quiero dar a conocer lo que realmente es vivir esto en primera persona. Durante los siguientes días mi casa era un caos continuo, lloros, gritos, dolores, discusiones, miedo, angustia, incertidumbre, duda…. ¿Qué hacíamos? No podíamos dejarlo solo, él era una persona dependiente, no se podía mover. Pues bueno, como podíamos hacíamos una vida lo más normal posible en casa, con mascarillas 24 horas, aunque luego llegase la noche y llorásemos cada uno en su almohada (la única capaz de esconder secretos durante toda la vida). Esos amigos que comenzaron a decir mentiras, ahora seguían hablando, y para colmo, los que crees que son amigos, te hablan pero no para preguntarte como estás, sino para saber si tú eres positivo, para saber si le has contagiado a él. Mi hermana y yo no lo entendíamos, será el mido, queríamos pensar.... Pasaban los días y mi abuelo no paraba de quejarse todo el día de dolor de cadera y dificultad respiratoria, noches sin dormir, lloros a la almohada y nadie que te consuele… Eso es la verdad del COVID-19 en primera persona. Aún así tienes que fingir que todo va bien, pues si él te ve mal, sabrá que va a morir y no luchará.

El día 22 angustiados, decidimos llamar al 112, pues mi abuelo estaba mal. Una hora esperando la ambulancia, hora en la que piensas ¿Qué hago? ¿Es la última vez que le veo? ¿Me despido? Finalmente decides cogerle de la mano y decirle “abuelo vas a ir al hospital, no podemos ir contigo, no nos dejan, lucha por favor en poco tiempo nos vemos te vas a poner bien, te quiero, eres mi ídolo ya lo sabes, siempre lo serás”.

Aunque sabes perfectamente que es tu última conversación con él, la última vez que lo tocas, la última vez que escuchas su voz. Te armas de valor y le dices “hasta luego abuelo, nos vemos”. La peor despedida que te puedes imaginar, lloro tras lloro, y nosotros en casa sin poder abrazarnos. Pasados dos días nos comunican que está muy mal y decidimos sedarlo, que acabe el sufrimiento, y yo, iluso, pensando que volvería a casa… Pasa un día esperando la llamada que nos comunique la muerte, un día lleno de angustia, tensión, dolor y mucha tristeza. Pasan dos días y nada, la angustia y el dolor se apoderan de tu cuerpo, te duermes y a las 5:15 am suena el teléfono. Te levantas, te vistes y te dice tu madre “ya”. No se ni describir lo que siento. Nos vamos al hospital y no nos dejan verlo ni nada, vemos un ataud, ¿Realmente está mi abuelo ahí? te piensas a tí mismo. En menos de 5 horas había sido incinerado. Vamos a por las cenizas y hay 5 urnas. En una de ellas pone Malpartida, ¿Perdona? Había dos personas de Malpartida ese día allí, ¿Serán estas las cenizas correctas? Quieres pensar que sí. Todo el mundo te habla dando el pésame. Gracias a todos.

A día de hoy todavía tengo la duda de si tengo las cenizas de mi abuelo. Lloro en mi habitación cada vez que lo recuerdo, pero donde nadie me ve y le echo de menos hasta quedarme sin dormir toda la noche. Lloros, incertidumbre, dolor, duda, depresiones, incertidumbre, tensión… Esta es la realidad del COVID-19.Lo que solo podemos saber los que hemos perdido un familiar. Y de esta historia queda el siguiente capítulo en tu mano. Tú decides, ¿Quieres todo esto? Pues sé consciente y haz lo correcto.